lunes, 31 de marzo de 2008

El problema de Nuria

Millones de ciudadanos considerarían más interesante tener un lío con el Presidente, un Arzobispo o cuando menos un alto funcionario. Debe ser emocionante y además, ofrece más "rating" y por ende más ganancias, lo cual no es nada despreciable.
Dr. Nelson E. Duarte Morel
Como periodista, investigadora y comunicadora, siempre he admirado a Nuria Piera. Por ser más joven que yo, la disfruté cuando en sus tiempos de niña participaba con gracia, talento y belleza en programas de televisión.
Ya como adulta, Nuria muestra cualidades profesionales y un carácter que le proveen un estilo único e inconfundible. Es malcriada, contestataria (y respondona) y exhibe valor frente a situaciones y personajes ante los cuales cualquiera se atemorizaría, cualidades indispensables en todo profesional que se precie de periodista y no de "carga-micrófonos". Si yo fuera periodista, sin dudas la imitaría. Me parece que Nuria es honesta en sus planteamientos, sincera en sus apreciaciones y que no le importan los colores políticos a la hora de preparar una denuncia.
Pero Nuria no es perfecta, como nadie más puede serlo. A veces es arrogante y atropellante cuando le toca presentar una denuncia. Da la impresión de que cuando visita a algún "acusado" (por ella misma, claro) de un escándalo político, social o de lo que sea, se comporta más como fiscal que como periodista que busca la verdad, con el agravante de que a a menudo parece haber llegado a sus conclusiones mucho antes del "interrogatorio". De este modo, nadie se salva de quedar como culpable ante los ojos de los expectadores de su programa, que son muchos.
De cualquier modo, gracias a Nuria Piera muchas violaciones graves han visto la luz pública, que sin ella tal vez nunca se sabrían.
Es tanto el temor que provoca la periodista en las oficinas del gobierno, que en ocasiones hemos visto como secretarias y recepcionistas dejan el limpio ante la sola sospecha de que "ahí viene Nuria". Le temen como el "diablo a la cruz", no se si porque siempre son culpables de algo, o porque saben que indefectiblemente quedarán como culplables de algo. Claro, ella está consciente de este poder y parece disfrutar usándolo. Simple vanidad humana.
A pesar de tener una imagen pública de periodista seria y vertical, lo cual pocos dudan, recurrentemente Nuria se ve enfrentada a quejas de parciales políticos que le señalan su supuesta preferencia a la hora de elegir a sus acusados. Y es entendible que los peledeístas no se sientan bien cuando Nuria sólo ataca o denuncia a dirigentes peledeístas, como está ocurriendo en los últimos meses. ¿O es que sólo los funcionarios de este gobierno son corruptos? El cuestionamiento es muy lógico. Pero no olvidemos que en el cuatrienio pasado Nuria presentó varias denuncias contra funcionarios del gobierno y destapó varios escándalos. Y siguiendo la misma lógica, los perredeístas de entonces protestaron y la acusaron de peledeista. El Presidente mismo de esa época se refirió a Nuria despectivamente. Y creo que ella de nuevo lo disfrutó en grande. Pienso que ahí radica su problema.
Con contadas excepciones (como cuando reprodujo la denuncia hecha por la televisión española, el año pasado, sobre los manejos del candidado presidencial del PRD, pero a la cual no le dió seguimiento ni realizó ninguna investigación propia) lo de Nuria parece consistir en una tendencia irrefrenable de enfrenar el Poder y disfrutarlo, lo cual no es raro en los seres humanos. Millones de ciudadanos considerarían más interesante tener un lío con el Presidente, un Arzobispo o cuando menos con un alto funcionario. Debe ser emocionante y además, ofrece más "rating" y por ende más ganancias, lo cual no es nada despreciable. ¿Acaso los periódicos y periodistas de todo el mundo no sueñan con un "palo" periodístico, que no es otra cosa que lograr un noticia escandalosa o de primera plana? Asi se ganan los Pulitzer, supongo.
El el caso de Nuria es distinto, pienso yo. Ella se goza el enfrentamiento con el Poder, y eso le basta. Si vende y aumenta sus "ratings" mucho mejor. La he escuchado admitir esta preferencia explicando sus ataques al gobierno con el argumento de "porque es el que está en el Poder". Como ser humano este comportamiento hasta cierto punto sería normal. Y en el caso de la ciudadana Nuria Piera lo considero absolutamente normal.
Pero ocurre que Nuria es periodista, que tiene un programa de denuncias en la televisión nacional y ahora otro en la radio con cobertura nacional. Su opinión y sus denuncias son esperadas y deseadas por miles de dominicanos. Ella es para muchos, una Gran Fiscal que nos representa a todos, a peledeístas, perredeístas, reformistas, comunistas, ateos, creyentes, guardias, policías y civiles. Y todos nos sentimos representados por ella, o deseamos estarlo, porque ella representa una protección contra abusos, atropellos y verdades ocultas. Pero como resulta que a Nuria no la motiva más la búsqueda de la verdad que el enfrentamiento con el Poder, solo una pequeña parte de los que esperamos por ella, seremos complacidos, o nos sentiremos representados, alternándonos cada 4 u 8 años.
Se supone que una periodista como Nuria Piera realiza en nuestra sociedad el papel de Batman o de Superman: ellos enfrentan a los malos, sin importan quiénes son y donde están. No son aliados coyunturales de una parcela, como hace Nuria de forma alternada, o "a sigún", sino que le ofrecen al ciudadano la seguridad de que las acciones deshonestas, cometidas en uno y otro lado, serán denunciadas y enfrentadas. ¿No se merecen todos los que siguen a Nuria conocer las verdades que rodean a cada uno de los candidatos, potenciales Presidentes, sus mañas, sus vicios y defectos y todo lo que es importante para que el elector pueda escoger lo mejor para el país? Asi se hace en países como EU, donde los candidatos de la oposición deben pisar fino ante los embates de la prensa.
A menos que la periodista Piera decida cambiar su estilo o táctica de denuncias, cosa que no tiene por qué hacer si el método actual le funciona (y parece que así es), tendrá que acostumbrarse a enfrentar cada cierto tiempo las acusaciones de peledeísta, perredeísta o reformista, cosa que a ella evidentemente le irrita.

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