lunes, 17 de marzo de 2008

Ansiedad en niños

Dr. Nelson E. Duarte Morel

Durante muchos siglos la ciencia consideró a los niños libres de la posibilidad de sufrir padecimientos tradicionalmente vinculados a la vida adulta, siendo los trastornos psicológicos y/o psiquiátricos un ejemplo típico de este modo de razonar. Porque ¿cómo explicar que un niño de 7, de 5 y menos aún de 2 años pudiera padecer ansiedad? ¿Ansiedad? ¿Acaso no es la ansiedad un problema relacionado con las “preocupaciones” de la vida adulta? ¿Y cuáles “preocupaciones” puede tener un niño tan pequeño?.
Este falso razonamiento ha sido repetido y traspasado al conocimiento popular durante mucho tiempo, resultando en una ausencia total de respuestas a una gran gama de trastornos clínicos en la población pediátrica.
El error básico en el patrón de razonamiento anterior consiste en creer que la ansiedad se alimenta simplemente de las “preocupaciones” del adulto. No es así. La ansiedad es temor, miedo, angustia. Es la sensación de la anticipación de algo malo. Visto así, a un niño pequeño de cualquier edad, sin la capacidad de defenderse ni de responder ante las amenazas del mundo adulto, le sobran motivos para sentir temor, que van desde el abandono hasta el maltrato. La simple ausencia momentánea de la madre, ocasiona angustia en un bebé, así como ambientes extraños, discusiones, ruidos, la oscuridad, personas o animales extraños, etc. Pero es bueno saber que cierto nivel de temor es normal, y que cierto nivel de ansiedad es normal y necesario, pues son los temores y la ansiedad el combustible indispensable para que nuestro sistema de defensa se active, pues solo cuando nos sentimos asustados podemos pelear o simplemente correr. Pero es lógico suponer que no podemos vivir bajo un estado de alerta, de pelea o de huida permanentes.
Los trastornos por ansiedad pueden ocurrir ante la persistencia de estas situaciones y pueden ocasionar innumerables trastornos de conducta, estado de ánimo, rendimiento escolar y relación familiar. Muchas veces, estos trastornos imitan enfermedades físicas que pueden ocasionar internamientos y hasta cirugías.

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