miércoles, 20 de agosto de 2014

Tocando el fondo de la crisis moral

Se cansó Juan Bosch de decirlo desde los años 80's y 90's: que las crisis económicas traían crisis sociales y éstas a su vez las políticas. Se anuncia desde hace décadas la inminente llegada de una gran crisis moral como resultado de las económicas, sociales y políticas. Pero es como el "ahí viene el cuco". Pocos lo creyeron. Y algunos quizá pensaron que sería como un huracán, o como un vuelo de avión, con fecha y hora predeterminados. En cambio, su aparición ha sido sutil, insidiosa, casi silenciosa.
Y sin darnos cuenta siquiera, estamos inmersos en ella. Algunos, acomodados, ni la notarán. Y hasta la agradezcan, porque en "río revuelto, ganancia de pescadores".
Otros la sufrimos profundamente, o porque estamos anclados en referentes éticos y morales ya olvidados u obsoletos, o porque de ella no obtenemos ningún beneficio, o acaso sólo por llevarle la contraria a esta mayoría adicta al pragmatismo.
Estamos en el fondo mismo de la anunciada crisis moral en la República Dominicana, cuyas explicaciones son tan distintas como los intereses o la percepción de los opinantes. La veo y sufro en mi diario vivir. En el modo que la gente conduce, en los modales. En los maestros, abogados, periodistas, ingenieros, mecánicos o simples ciudadanos cuyo referente es la ventaja económica o facilismo.
Pero es en el área de ejercicio médico público donde más observo y sufro la crisis moral y ética que nos afecta, porque de eso vivo. A pocos les importa el bienestar del paciente ni la excelencia académica. Ni siquiera la crítica avergüenza a muchos, como si también el orgullo, la dignidad y el decoro hubieran perecido. Olímpicamente se despacha al paciente grave para que muera en su casa con tal de ahorrarnos algo de trabajo, o si no tiene más dinero para los "estudios". Muchos no mueven un dedo sin anteponer su ventaja económica, en particular en el hospital público, que para muchos médicos es un gran negocio. Los demás observamos, indiferentes la mayoría, como esperando nuestro chance o simplemente llenos de miedo. O quizá para no "calentarnos" y ser elegibles en la próxima repartición de cargos. "Esto se jodió", secretean. Yo prefiero la denuncia frontal de todos  esos y de los que, callados,  escogen el acomodo y la complicidad.