lunes, 27 de abril de 2009

¡No sé usted!

"...algunos que siguen esa moda o pose, defienden la vida en sentido abstracto, no la de los millones de seres humanos de carne y hueso, incluyendo niños,..."
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No se si su usted va a estar de acuerdo conmigo. Si haría igual que yo.
Pero poco importa. ¡Total!.

Me refiero a situaciones que a veces se dan en la vida de un ser humano, un hombre, una mujer. Imaginemos por un minuto que una mujer felizmente se embaraza y que al cabo de varios meses de esperanzas, de mimos y de ensueños, se produce, abruptamente y sin avisos, el desprendimiento de la placenta que alimenta al esperado bebé (desprendimiento prematuro de placenta, se llama en medicina). El sangrado de la mujer es profuso, el dolor insoportable, la tensión arterial desciende rápidamente, el pulso se torna un hilo y la palidez y la sudoración de la madre anuncian la muerte tanto de ella como del bebé de sus ensueños.

Si fuera yo el médico a cargo, haría justo lo que ordena el protocolo médico: la interrupción urgente del embarazo, mediante el abordaje quirúrgico de la matriz sangrante, con la esperanza de salvar la vida de esa mujer. Si la suerte nos acompaña, tal vez salvemos también al feto, para felicidad de todos.

O supongamos por un instante que en el mismo caso de la mujer que felizmente espera un bebé, de repente su médico detecta que se trata de un embarazo fuera del útero (ectópico), ubicado anormalmente en las trompas de Falopio, por ejemplo, y condenado indefectiblemente a estallar en cualquier momento, con el consiguiente sangrado masivo y riesgo de muerte para la madre. Independientemente de las condiciones de esa “vida”, que sin proponérselo amenaza con liquidar a la que le dio origen, la actitud del médico tratante deberá de nuevo ajustarse al protocolo universal: la cirugía, para extirpar, antes de la inevitable ruptura, el producto de la concepción, anormalmente localizado.

Ahora imagine que el pariente ansioso, preocupado y angustiado que espera en el pasillo, es USTED, y que la madre en peligro de muerte es su HIJA, su HERMANA, su ESPOSA, o su propia MADRE!

No sé usted, pero yo me sumaria a la VIDA y exigiría a ese médico, preservarla sin tardanza, so pena de vérselas conmigo.

Claro, hablo de la VIDA de la MADRE, que es mi mujer, mi hija o mi madre. Porque está de moda hablar de la VIDA y del mandato divino y legal de defenderla y continuarla. Pero algunos que siguen esa moda o pose, defienden la vida en sentido abstracto, no la de los millones de seres humanos, incluyendo niños, que a diario la pierden o la arriesgan. Tampoco las vidas de las mujeres en peligro de perderlas importan, si dentro de ellas ha surgido otra a la que constitucionalmente se le otorga el derecho de aniquilar a la VIDA MADRE y de ser más importante que todas. De acuerdo a los de la pose.

Me parece que más bien se trata de la negación de la vida.

En días recientes, la Asamblea Revisora aprobó mayoritariamente un artículo constitucional propuesto por el Poder Ejecutivo que en nombre del derecho a la vida de todo ser viviente desde la concepción, en realidad le niega el derecho a esa misma vida a las mujeres dominicanas sin importar su condición médica o de salud. El temor al Vaticano y a la jerarquía católica dominicana, casi confesaron los asambleístas, motivaron esa posición. No deberíamos ser injustos con ellos, porque como dice el pueblo, “el mie’o es libre”. Pero si lo hicieron por razones electorales, razonando que se hubieran perdido votos porque una mayoría del pueblo dominicano les hubiera cobrado en las urnas una decisión distinta, entonces hay que concluir que esa “mayoría” recibió lo que merecía y quería.

Como parte de la minoría, declaro aquí que si mi hija o mi mujer fueran violadas por un desconocido, pongamos por caso, y quedaran embarazadas como resultado de tal acción, ¿qué fuerza legal o de otra índole me podrían obligar a cuidar de ese embarazo y amar y criar a ese producto?

No sé usted, pero yo defendería hasta con mi vida el derecho a la DIGNIDAD de esa mujer y la mía propia y seria capaz, si fuese necesario, de arrancar con mis propias manos, el producto de la ofensa y de la INDIGNIDAD.

Porque hablando de VIDA, sin DIGNIDAD, la vida NO es tal.

1 comentario:

Unknown dijo...

bueno....no sé cuantos! pero yo pienso exactamente lo mismo.