..."efectivamente, existía una relación lineal y directa entre temperatura y disturbio, es decir, los disturbios coincidían con las jornadas más calurosas."
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(Artículo originalmente publicado por el autor en la revista mensual La Prensa en octubre del 2006).
La violencia representa uno de los problemas de mayor dimensión en el mundo. Según cifras recientes del Banco Interamericano para el Desarrollo (BID), América Latina es la segunda región más violenta del mundo después de los paises del Africa negra, con una tasa de homicidios de 22.9 por 100 mil habitantes, es decir, más del doble del promedio mundial de 10.7 por 100 mil, siendo las ciudades más peligrosas, en ese orden, Medellín, Guatemala, San Salvador, Caracas, Río de Janeiro, Bogotá y Sao Paulo.
No conocemos cifras confiables sobre la violencia en República Dominicana. Sin embargo, los sucesos ocurridos en los últimos 4 ó 5 años ofrecen una muestra de lo que podría convertirse en una terrible epidemia.
Factores como la pobreza, la marginalidad, tendencia genética, modelos de aprendizaje, frustraciones personales y sociales, estados mentales mórbidos, factores ambientales, etc., han sido señalados como causantes o catalizadores de la agresión y la violencia.
Calor y agresión.
En 1833, Lambert Adolphe Jacques Quételet (1796-1874), sociólogo, matemático, astrónomo y estadístico belga, autor del método para clasificar el peso de las personas de acuerdo a un valor ideal para su estatura conocido como Indice de Masa Corporal (IMC o BMI en inglés) de amplio uso hoy en día, propuso una Ley Térmica de la Delincuencia, según la cual los delitos violentos son más probables en los períodos de fuerte calor. La evidencia cotidiana parece corroborar este punto de vista.
Mediante estudios de archivo y experimentales realizados en los Estados Unidos se ha intentado comprobar la veracidad de estas afirmaciones. Entre 1967 y 1971 se estudiaron los disturbios ocurridos en ciudades norteamericanas. Se comprobó la temperatura media diaria en varias ciudades y se encontró que, efectivamente, existía una relación lineal y directa entre temperatura y disturbio, es decir, los disturbios coincidían con las jornadas más calurosas. En otro estudio en Chicago (Anderson y Anderson, 1984), se analizaron 90 días del verano del año 1967 para averiguar la incidencia de actos criminales. Se verificó una relación directa y lineal entre la temperatura media diaria y el número de dichos delitos.
El estudio más completo de todos es el de Anderson (1987), realizado en todo el territorio norteamericano durante una década, de 1971 a 1980, contrastando temperaturas diarias con incidencia de asesinatos, violaciones y atracos a mano armada. Se demostró una relación directa y lineal entre temperatura y delitos violentos.
Más aún, Rule y cols. (1987) sometieron a diversos individuos a una temperatura calurosa (33 grados C) o fresca (21 grados C). La tarea de los sujetos consistía en escribir el final de una historia sencilla e incompleta que les proporcionaba el experimentador. Algunos elementos de la historia tenían un cierto potencial para la agresión. Los sujetos expuestos al calor mostraban una mayor propensión a completar la historia con finales agresivos.
En nuestro país, desde hace tiempo personalmente hemos observado un aumento significativo de los actos violentos en los meses de verano de cada año. De comprobarse la relación, mediante un estudio rigoruso, estaríamos en mayor capacidad de conocer las raíces de nuestra propia violencia y, hasta podríamos prevenir muchas situaciones potencialmente peligrosas.
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