jueves, 31 de diciembre de 2009

La mejor excusa

"Hemos perdido el entusiasmo y sentido mismo de la vida"
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Las quejas colectivas de que las familias ya no conservan la integridad y los valores de antaño, las venimos oyendo y leyendo desde hace mucho tiempo, y las "recetas" para prevenir o solucionar este gran problema se repiten con frecuencia en programas de televisión, radio, revistas, libros, periódicos, charlas y cuanto medio disponible existe. Tengo la impresión de que les hacemos muy poco caso, puesto que la familia dominicana lejos de recomponerse y fortalecerse, exhibe fuertes señales de deterioro progresivo, y estas señales se expresan cada día y cada noche en nuestras calles, como lacras masivas que amenazan con disolver la integridad misma de la sociedad.

Como no nos han funcionado los consejos ni las charlas, deberíamos inventar pretextos para conservar lo que nos queda y, mejor aún, recuperar lo perdido.

La Navidad, que en nuestro país es una larga temporada más que una fecha, siempre ha sido tenida por muchos como excusa para compartir, vacacionar, beber, comer, bailar, comprar y cuanta cosa pueda hacernos sentir que estamos "en pascuas". Estas actividades se realizan, sin embargo, con cada vez menos sentido de familia, de integración, por lo que es ahora vez más frecuente que las familias se separen durante estos días por motivos de viajes al exterior. Sobre todo en los días claves del día de Nochebuena y del Año Nuevo. Ya es común que muchas familias ni siquiera se reúnan en estas fechas y mucho menos compartan una cena, especialmente preparada para la ocasión. Hemos perdido el entusiasmo y sentido mismo de la vida, o se nos ha debilitado terriblemente. Algunos hasta prefieren celebrar fiestas extranjeras como el "Thanksgiving Day".

Toca a los líderes o cabezas de familias trazar el camino, programar la agenda e imponer y defender las costumbres que nos caracterizan como país y como familias. Aquí no valen las poses democráticas. Lo que hagamos ahora seguirán haciendo nuestros hijos, nietos y biznietos.

Ya sea usted un buen devoto cristiano o no, la Nochebuena y la temporada de Navidad son la mejor oportunidad para reintegrarnos como familia, para repartir generosidad y afectos, compartir en la cocina y en la mesa. Es nuestra responsabilidad como líderes y modelos de nuestras familias y como dueños de un proyecto de vida que hace tiempo olvidamos. Es nuestra mejor excusa.

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