lunes, 31 de marzo de 2008
El problema de Nuria
lunes, 17 de marzo de 2008
El Autismo Infantil
Dr. Nelson E. Duarte Morel
El DSM-IV establece 3 características principales del autismo: problemas en las interacciones sociales, dificultades de comunicación y limitaciones en conducta, intereses y actividades (APA, 2000), que por razones de espacio sólo podemos mencionar aquí que la mitad de los casos presentan retraso mental profundo, una cuarta parte presenta retardo leve a moderado y el resto cercano al promedio (CI de 70). La genialidad que nos presenta el cine de algunos autistas es más mito que realidad. La mayoría de los niños autistas desarrolla los síntomas antes de los 3 años de edad.
Existen muchas investigaciones sobre las causas del autismo, pero ninguna ofrece resultados concluyentes. Siendo una enfermedad tan desconcertante, existen numerosas teorías para explicarla. Inicialmente se consideraba el autismo como resultado de una paternidad malograda, esto es, se caracterizaba a padres y madres de estos niños como fríos, perfeccionistas y distantes, lo que dio lugar a toda una generación de padres y madres que se sentían culpables de la enfermedad de sus hijos. Hoy en día, son pocos los especialistas que consideran las influencias sociales o psicológicas como causas de este trastorno, y se da más énfasis a los factores biológicos.
Una variedad de afecciones médicas han sido asociadas con el autismo: rubéola, infecciones por citomegalovirus y estreptococo, esclerosis tuberosa y lesiones producidas durante el embarazo y el parto.
Hoy día, está claro que el autismo tiene un componente genético. Estudios en hermanos resultan en una concordancia de 82% en gemelos idénticos, 10% en gemelos fraternos y 2% en hermanos, 100 veces más que en la población normal.
No existe tratamiento eficaz para el autismo y la mayor parte de las intervenciones se limitan a mejorar las capacidades sociales, intelectivas y de comunicación. De los muchos tratamientos biológicos propuestos, ninguno ha demostrado eficacia significativa.
Ansiedad en niños
Dr. Nelson E. Duarte Morel
Durante muchos siglos la ciencia consideró a los niños libres de la posibilidad de sufrir padecimientos tradicionalmente vinculados a la vida adulta, siendo los trastornos psicológicos y/o psiquiátricos un ejemplo típico de este modo de razonar. Porque ¿cómo explicar que un niño de 7, de 5 y menos aún de 2 años pudiera padecer ansiedad? ¿Ansiedad? ¿Acaso no es la ansiedad un problema relacionado con las “preocupaciones” de la vida adulta? ¿Y cuáles “preocupaciones” puede tener un niño tan pequeño?.
Este falso razonamiento ha sido repetido y traspasado al conocimiento popular durante mucho tiempo, resultando en una ausencia total de respuestas a una gran gama de trastornos clínicos en la población pediátrica.
El error básico en el patrón de razonamiento anterior consiste en creer que la ansiedad se alimenta simplemente de las “preocupaciones” del adulto. No es así. La ansiedad es temor, miedo, angustia. Es la sensación de la anticipación de algo malo. Visto así, a un niño pequeño de cualquier edad, sin la capacidad de defenderse ni de responder ante las amenazas del mundo adulto, le sobran motivos para sentir temor, que van desde el abandono hasta el maltrato. La simple ausencia momentánea de la madre, ocasiona angustia en un bebé, así como ambientes extraños, discusiones, ruidos, la oscuridad, personas o animales extraños, etc. Pero es bueno saber que cierto nivel de temor es normal, y que cierto nivel de ansiedad es normal y necesario, pues son los temores y la ansiedad el combustible indispensable para que nuestro sistema de defensa se active, pues solo cuando nos sentimos asustados podemos pelear o simplemente correr. Pero es lógico suponer que no podemos vivir bajo un estado de alerta, de pelea o de huida permanentes.
Los trastornos por ansiedad pueden ocurrir ante la persistencia de estas situaciones y pueden ocasionar innumerables trastornos de conducta, estado de ánimo, rendimiento escolar y relación familiar. Muchas veces, estos trastornos imitan enfermedades físicas que pueden ocasionar internamientos y hasta cirugías.